La Broma (II)
...y
sentí cómo la tierra firme de este hogar se hundía bajo mis pies, cómo
caía, cómo sostenía el clarinete junto a la boca y me hundía en la
profundidad de los años, en la profundidad de los siglos, en una
profundidad inconmensurable (donde el amor es amor y el dolor dolor), y
me dije con sorpresa que mi único hogar es precisamente este
hundimiento, esta inquisitiva y anhelante caída, y seguí así entregado
a ella, experimentando un dulce vértigo.
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