Fahrenheit 451
Hubo un pajarraco llamado Fénix, mucho antes de Cristo. Cada pocos
siglos encendía una hoguera y se quemaba en ella. Debía de ser primo
hermano del Hombre. Pero, cada vez que se quemaba, resurgía de las
cenizas, conseguía renacer. Y parece que nosotros hacemos lo mismo, una y
otra vez, pero tenemos algo que el Fénix no tenía. Sabemos la maldita
estupidez que acabamos de cometer. Conocemos todas las tonterías que
hemos cometido durante un millar de años, y en tanto que recordemos esto
y lo conservemos donde podamos verlo, algún día dejaremos de levantar
esas malditas piras funerarias y a arrojarnos sobre ellas.
Comentarios
Publicar un comentario