Baila, baila, baila


Te equivocas otra vez. La necesidad no es eso. No surge de forma natural. Se crea artificialmente. Por ejemplo, a mí me da igual vivir en un sitio que otro: Itabashi, Kameido oToritsukasei, en Nakano. Me contentaría con tener un techo y poder vivir holgadamente. Pero en la agencia no piensan lo mismo. Como eres una estrella tienes que vivir en el área de Minato. Ellos me buscaron el apartamento de Azabu. ¡Cuánta estupidez! ¿Qué narices tiene Minato? Sólo restaurantes caros de mierda dirigidos por diseñadores de moda, la espantosa Torre de Tokio y mujeres idiotas que deambulan por ahí hasta la madrugada. Lo mismo pasa con el Maserati. A mí me basta con un Subaru. Es suficiente. Corre bastante. ¿Para qué sirve un Maserati en Tokio? Absurdo. Sin embargo, los de la agencia me buscaron uno. La estrella no puede conducir un Subaru, ni un Bluebird o un Corona. Tiene que ser un Maserati. No es nuevo, pero ha costado bastante. Antes que yo, lo conducía una cantante de enka. - Gotanda se sirvió más whisky en el vaso, en cuyo interior los cubitos se habían derretido, y sorbió un trago, ceñudo -. Así es el mundo en el que vivo. Se creen que el lujo consiste en tener un piso en Minato, un coche de fabricación europea y un Rolex. ¡Menuda estupidez! No tiene sentido. En fin, lo que quiero decir es que la necesidad se crea artificialmente. Es un montaje. Te generan la ilusión de que necesitas lo que nadie necesita. Un espejismo. Es muy sencillo. Basta con bombardearte: hay que vivir en Minato; si te compras un coche, tiene que ser un BMW; y el reloj que sea un Rolex. Se repite el mismo mantra una y otra vez. Y todos lo acaban creyéndoselo: hay que vivir en Minato; si te compras un coche, tiene que ser un BMW, y el reloj que sea un Rolex. Algunos creen que con esas cosas logran diferenciarse de los demás. Piensan que son diferentes. No se dan cuenta de que, comportándose así, acaban siendo como todos los demás. Les falta imaginación. Todas esas cosas son artificiales. Mera fantasía. Yo estoy harto de todo eso. Estoy harto de esta clase de vida. Quiero llevar una vida normal. Pero es imposible. La agencia me tiene bien cogido. Para ellos soy como una muñeca con la que jugar a vestirla. Como tengo deudas, no puedo rechistar. Si les digo que quiero hacer tal cosa, no me hacen caso. Vivo en un suntuoso apartamento en Minato, conduzco un Maserati, llevo un reloj Patek Philippe y me acuesto con prostitutas de lujo. Habrá quien sienta envidia. Pero todo eso no es lo que yo deseo. Lo que deseo nunca lo podré conseguir mientras lleve este estilo de vida.
- El amor, por ejemplo -le dije.
- Eso, el amor, por ejemplo. Y el sosiego. Un hogar estable. Una vida sencilla - dijo Gotanda, y juntó las manos a la altura del rostro-. ¿Te das cuenta? Si me hubiera propuesto conseguir todas esas cosas, las habría conseguido. Y no lo digo por jactarme.
- Lo sé. Sé que no lo dices por jactarte. Es cierto -le dije.
- Hasta hoy siempre he conseguido todo lo que deseaba. Tenía todas las cartas. Contaba con todas las posibilidades y la aptitud. Pero al final me he convertido en un pelele. Puedo acostarme fácilmente con cualquiera de las mujeres que rondan esta zona de noche. Lo digo en serio. Pero no puedo estar con la mujer que de verdad deseo. 
[...] Cuando les digo que preferiría un Subaru a mi Maserati, me toman por loco. Alguna vez me han hecho ir al psiquiatra. Está de moda ir a psiquiatra. ¡Cuánta estupidez! Los psiquiatras especializados en artistas son como empleados de la limpieza especializados en vómitos. -El actor cerró los ojos un momento-. Otra vez tengo la sensación de que he quedado contigo sólo para quejarme.
- Has dicho «estupidez» un montón de veces -le dije.
- ¿En serio?
- Si te apetece, puedes decirlo todas las veces que quieras.
- Ya es suficiente. Gracias. Lo siento,soy un quejica. Pero es que todos, todos,todos los que me rodean son horribles. Sólo pensar en ellos me dan ganas de vomitar. Noto cómo ese vómito me sube hasta la garganta.
- Pues échalo.
- Tengo a una pandilla de imbéciles pululando a mi alrededor -dijo Gotanda como si estuviera a punto de vomitar-. Unos vampiros que viven de chupar a la ciudad acosta de la codicia de ésta. Por supuesto, no todos son así. Aunque poca, también hay gente decente. Pero los imbéciles ganan por mayoría aplastante. Desaprensivos con mucha labia, cabrones que utilizan su estatus para conseguir dinero y mujeres. Esa chusma va engordando a base de sorber la nata de codicia del mundo. Feos y gordos, y encima se jactan. En ese mundo vivo. No sé si lo sabes, pero está lleno de desgraciados. A veces tengo que salir por ahí a beber con ellos. En esos momentos tengo que decirme: «Calma, aunque te repateen, no los estrangules. Matar a estos hijos de puta sería desperdiciar energía»

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