El maestro ignorante

 El Viejo (método de enseñanza tradicional) dice: es necesario aprender tal cosa, y luego tal otra, y además esta otra. Selección, progresión, incompletud, estos son sus principios. Se aprenden algunas reglas y algunos elementos, se los aplica en algunos fragmentos de textos elegidos, en algunos ejercicios que correspondan a las nociones adquiridas. Luego se pasa a un nivel superior: otras nociones, otro libro, otros ejercicios, otro profesor... En cada etapa se vuelve a cavar la fosa del abismo de la ignorancia, que el profesor colma antes de cavar una nueva. Se agregan fragmentos, piezas sueltas de un saber de explicador que hacen que el alumno vaya a la zaga de un maestro al que jamás alcanzará. El libro nunca está entero, la lección nunca acaba. [...]

Así Aquiles triunfante pasea el cadáver de Héctor atado a su carro alrededor de Troya. La progresión razonada del saber es una mutilación reproducida indefinidamente. "Un hombre al que se le enseña no es más que un hombre a medias".
No preguntemos si el joven instruido sufre esa mutilación. La genialidad del sistema consiste en trasformar la pérdida en beneficio. El joven avanza. Se le enseñó, entonces aprendió, por lo tanto puede olvidar. Detrás de él se abre el nuevo abismo de la ignorancia. Pero esto es lo maravilloso del asunto: ahora la ignorancia es de los demás. Lo que ha olvidado ha sido superado. Ya no está para deletrear o balbucear como las inteligencias groseras y los niños más pequeños.[...]

 Y éste es el temperamento de los explicadores: al ser que ellos han vuelto inferior lo amarran con el más resistente de los lazos al país del embrutecimiento: a la conciencia de su superioridad.[...]

Se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumno, es decir, si se lo obliga a usar su propia inteligencia. Maestro es aquél que encierra una inteligencia en un círculo arbitrario, de donde ella no saldrá, a menos que esto le resulte necesario a sí misma. [...]

Más exactamente, su problema no era la instrucción del pueblo: se instruye a los reclutas enrolados detrás de un estandarte, a los subalternos que deben poder comprender las órdenes, al pueblo que se pretende gobernar (de manera progresiva, se entiende, sin derecho divino y sólo según jerarquía de lascapacidades). Su problema era la emancipación: que cada hombre del pueblo pudiera concebir su dignidad de hombre, medir su capacidad intelectual y decidir sobre su uso. Los amigos de la Instrucción aseguraban que ésta era la condición para una verdadera libertad. Luego, reconocían que debían la instrucción al pueblo, aun a riesgo de enfrentarse al decidir qué instrucción le darían. Jacotot no veía qué libertad podía resultar para el pueblo de los deberes que imponen sus instructores. Por el contrario, percibía en todo el asunto una nueva forma de embrutecimiento. Quien enseña sin emancipar, embrutece. Y quien emancipa no tiene que preocuparse por lo que el emancipado debe aprender. Aprenderá lo que quiera, tal vez nada. Él sabrá que puede aprender porque la misma inteligencia está obrando en todas las producciones del arte humano, porque un hombre siempre podrá comprender la palabra de otro hombre.

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