El mito del eterno retorno (I)

Arquetipos y repetición
En la mentalidad “primitiva” o arcaica, los objetos del mundo exterior, tanto, por lo demás, como los actos humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco autónomo. Una piedra será sagrada por el hecho de que su forma acusa una participación en un símbolo determinado, o también porque constituye una hierofanía, posee mana, conmemora un acto mítico, etcétera. El objeto aparece entonces como un receptáculo de una fuerza extraña que lo diferencia de su medio y le confiere sentido y valor. Esa fuerza puede estar en su substancia o en su forma; transmisible por medio de hierofanía o de ritual. Esta roca se hará sagrada porque su propia existencia es una hierofanía: incomprensible, invulnerable, es lo que el hombre no es. Resiste al tiempo, su realidad se ve duplicada por la perennidad. He aquí una piedra de las más vulgares: será convertida en “preciosa”, es decir, se la impregnará de una fuerza mágica o religiosa en virtud de su sola forma simbólica o de su origen: “piedra de rayo”, que se supone caída del cielo; perla, porque viene del fondo del océano. Será sagrada porque es morada de los antepasados (India, Indonesia) o porque otrora fue el teatro de una teofanía (así, el bethel que sirvió de lecho a Jacob) o porque un sacrificio, un juramento, la consagraron.

Comentarios

  1. LU, interesante el texto y comparto algunas cosas, desde el hombre primitivo hasta nuestros dias el hombre ha utilizado elementos de la naturaleza que expresan sus vivencias más profundas. Estos pueden ser físicos (las pirámides) intelectuales (los mandalas) espirituales (los sacramentales) . En el caso del hombre, si hierofanía es la manifestación de lo sagrado, creo que por ser creado a imágen y semejanza de Dios, no necesita ser una manifestación de lo sagrado ya que es en sí sagrado por su propia naturaleza. Que no podamos reconocernos Hijos de Dios es una limitación humana que se desbloquea en la búsqueda de lo que somos en lo profundo de nuestro ser. El camino de la comprención de lo que somos además de nuestra humanidad, es un camino de búsqueda constante y de crecimiento interior que se consuma en el final de nuestro tiempo. Lo interesante de esto es que a pesar de las distintas hierofanías (si se puede usar así el término) en los distintos credos o religiones llevan todos al mismo Centro que es la Divinidad, Una para todos y que trae implíscita en sí el Amor al hombre. En lo profundo no hay diferencias el hombre, sujeto de las creencias que usan estas manifestaciones de la naturaleza, es siempre el mismo, y siempre busca lo mismo porque está hecho de la misma naturaleza, a difernecia de los elementos que necesita como auxiliares a su fe que tiene que ver con la condición de ser cuerpo y no solo espíritu.
    mamá

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