Kafka en la orilla

-Junto al mundo que habitamos existe otro mundo paralelo. Hasta cierto punto es posible penetrar en él y regresar después sano y salvo. Si prestas la debida atención. Pero, a la que trasciendes cierto lugar, entonces ya es imposible el retorno. Pierdes el camino. Es el laberinto. ¿Sabes quién inventó el laberinto?

Sacudo la cabeza. 

-Según los conocimientos actuales, los primeros que imaginaron el concepto de laberinto fueron los antiguos mesopotámicos. Éstos les arrancaban las tripas a los animales, o, a veces, los intestinos a los seres humanos, y, según la forma que tuvieran, predecían el futuro. Sentían admiración por lo complejos que eran. Así que la forma del laberinto remite a las entrañas. Es decir, que el principio del laberinto reside en tu propio interior. Y éste se corresponde con el laberinto exterior. 

−Una metáfora -digo. 

−Exacto. Una metáfora recíproca. Lo que existe fuera de ti es una proyección de lo que existe en tu interior, lo que hay dentro de ti es una proyección de lo que existe fuera de ti. Por eso, a veces, puedes hollar el laberinto interior pisando el laberinto exterior. Aunque eso, en la mayoría de los casos, es muy peligroso. 

-Como Hánsel y Gretel en el interior del bosque. 

-Exacto. Como Hánsel y Gretel. El bosque te tiende una trampa. Y, por más precauciones que tomes, por más cosas que te ingenies, siempre vendrá un pájaro espabilado y se te comerá las migas de pan con las que has señalado el camino.

Comentarios

  1. LU, sabes que me fascinó este libro de Murakami.
    El fragmento que publicas es muy interesante, me remonta a la libertad del hombre, interior y exterior.
    ¿Somos totalmente libres? ¿Cuando?
    Para la libertad hay que pisar ambos laberintos, quizás en vez de migajas debamos dejar lazos fuertes con aquellos que comparten nuestro laberinto interior.

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